
El pasado viernes 24 tuvimos la suerte de acudir a la conferencia que Eduardo Souto de Moura dio en el Centro Dotacional de Torroso con motivo de la puesta de largo del mismo. El edificio fue proyectado por el estudio de arquitectura vigués Cendón Vazquez y fue galardonado con el premio Gran de Area del Colegio de Arquitectos el día anterior a la visita del arquitecto portugués.

Perfecto Cendón y Javier Vázquez admiraban y admiran la obra de Souto de Moura, al que tienen como un referente. Fueron muchas las excursiones que hicieron a Portugal, durante sus años de estudiantes y en los inicios de su carrera profesional, para conocer de cerca su obra. Hace 5 años acudieron en Oporto a la conferencia que allí dio, titulada «Lo que aprendí de la arquitectura» que les marcó y aún recuerdan. Tiempo después tuvieron la oportunidad de conocerle personalmente y de certificar que no sólo es un maestro en su profesión, sino también una persona humilde, cercana y con un gran sentido del humor. Por ello le pidieron que, para la inauguración del centro que ha supuesto un hito en su carrera, repitiera aquella conferencia que habían escuchado 5 años antes.
Y eso nos dio a muchos la oportunidad de escucharla por primera vez. Lo que más me llamó la atención fue la cercanía y humildad que desprende Souto de Moura, a pesar de ser considerado un maestro y haber recibido el premio Pritzker (los Nobel de la arquitectura); es difícil encontrar personas con esa actitud cuando llegan a la cima del éxito profesional. Y no sólo es la humildad lo que creo que le sigue haciendo un genio, sino su infinita curiosidad, capacidad de síntesis y de aplicar todo lo que lee, escucha o ve, en definitiva, todo lo que le rodea, a sus obras.
Como el mismo dijo «Lo que aprendí de la arquitectura es lo mismo que explicar lo que aprendí de la vida». Cuando conoce un arquitecto, se «estudia» toda su obra; cuando descubre un músico, escucha toda su música; cuando cae en sus manos un libro de poesía o filosofía, se lee toda la obra del autor. Esa exhaustividad, ganas de aprender, capacidad de sintetizar y recordarlo después lo hacen singular y genial. Es así como su vida empapa su obra y viceversa. Es crítico, pero hasta de lo que no le gusta saca algo positivo que sabe aplicar a sus proyectos. Y con la humildad y la simpatía que le caracteriza reconoce «que copia» o se inspira y nos anima a hacerlo; ¿quien no lo hace?…todo está inventado.
Sus obras son una mezcla de arquitectura vernácula y modernidad. Destacan por su sobriedad, concisión y claridad conceptual. Para él la arquitectura es un arte social, es luz, debe emocionar…lo demás no es arquitectura, es construcción. Y compara su profesión como una lucha de sumo, entre el arquitecto y el cliente; entre el arte y el programa.

Boceto de su obra «Casa das Historias Paula Rego»
Su gran capacidad de trabajo, su curiosidad por todo lo que le rodea y el reconocer que hay cosas de las que no sabe nada, es lo que hace que sus obra siga emocionando y sorprendiendo. Hemos visto como otros arquitectos que empezaron siendo geniales, con el paso del tiempo, sus obras empezaron a perder interés, a ser construcción o monumentos. Quizás porque el éxito les hizo creerse que ya lo sabían todo. Y cuando uno deja de tener interés por aprender, deja de tener la capacidad de emocionarse y de transmitir esa emoción.
En las preguntas finales alguien le preguntó si para construir un estadio de fútbol tan genial como el que proyectó para Braga tenía que gustarle el fútbol. Y él con la humildad y simpatía que le caracteriza contestó que de fútbol no sabía nada. Así que ello le llevó a hacer primero un estudio exhaustivo del tema: se estudió las normas de la FIFA, viajó a varias ciudades a ver los últimos estadios que se habán construído, asitió a partidos…hasta que comprendió que el fútbol es más un espectáculo que un deporte. Y se preguntó, con la misma inocencia que lo haría un niño, por qué había gradas detrás de la portería si esa no es la forma natural de poder ver el partido. Esta genial y obvia apreciación le llevaron a proyectar un estadio con 2 gradas, más parecido a un teatro que a un estadio; al fin y al cabo, el fútbol es espectáculo.



Esta anécdota, sobre esta obra en concreto, sintetiza lo que hemos dicho. El cuestionárselo todo, el trabajo duro, la capacidad de aplicar sus vivencias a su obra y su capacidad de síntesis y conceptualización, hacen de Eduardo Souto de Moura un arquitecto genial.