
«El beso» de Doisneau, obra emblemática de la historia de la fotografía moderna es un «fake», ¿pero realmente importa la veracidad de una obra de arte?
Doisneau, como fotógrafo humanista, al igual que lo era su amigo Cartier-Bresson, recorría incansable las calles de París buscando momentos que inmortalizar con su cámara. Lo que le interesaba era retratar la vida cotidiana, la «poesía» que se puede encontrar en lo ordinario y también su lado más duro, realizando una labor de denuncia social. Fotografiaba por placer, como modo de expresarse, sin intención de crear un registro metódico del París de la posguerra y ello le llevaba a tener una paciencia infinita, siempre buscando el encuadre, la luz, el momento perfecto…

Pero también le llegaron encargos donde su libertad estaba más coartada. En concreto, la fotografía de «El beso del ayuntamiento» fue un encargo para la revista Life que tenía un plazo muy ajustado de entrega. Y aquí su paciencia para buscar «el momento» no le servía por lo que recurrió a unos figurantes a los que contrató para que posaran para él.
¿Pero pierde acaso valor esta fotografía por el hecho de no ser espontánea? La elección de los personajes, el momento, el lugar, la luz, el encuadre, por no hablar de los aspectos técnicos fueron obra de Doisneau. Y estos elementos son los realmente esenciales en una fotografía. Cualquiera puede retratar un «momento encontrado» pero si no domina todo lo demás su fotografía jamás pasaría a la historia. Y la de Diosneau lo hizo.
Sin embargo, años después, cuando la historia fue conocida, Doisneau fue muy criticado y el revuelo acabó arruinando anímicamente los últimos años de vida del fotógrafo. Una pena que la incomprensión de la época no supiese valorar un magnífico trabajo. Al fin y al cabo, como decía el también fotógrafo Willi Ronis, «la fotografía es la mirada. O se tiene o no se tiene». Y Doisneau demostró, en este trabajo y en otros, que la tenía. ¿Habría pasado lo mismo si el engaño hubiese sido descubierto en la actualidad en lugar de a principios de los 90? Quiero pensar que no, que nuestra capacidad para valorar una obra ha evolucionado, que ya no somos tan estrechos de miras ni encorsetamos el arte.
Un indicio de que quizás si hayamos evolucionado es el homenaje que el centro cultural de La Térmica de Málaga le rinde al exponer una retrospectiva de su obra. La exposición, con 50 fotografías conocidas, en blanco negro, podrá visitarse hasta el 7 de Enero.










